Tengo errores
de todas las formas y tamaños,
puedes criticarme
por cualquiera de ellos.
Es más,
puedes buscar
el más grave de todos;
yo te contaré uno todavía peor.

Me entenderás, cuando te duela el alma como a mí.

A veces también se me acaban las sonrisas para ti, a veces también se me acaban las ganas de escribirte. Pero te quiero, ojalá lo entiendas, siempre te quiero, pero a veces mis brazos no tienen calor y mi boca no sabe qué decir.

Te libero de mí, de mis males, de mi mal genio, de los domingos por la tarde en donde nunca puedo más, del odio a mis cumpleaños, de no saber cómo hacer para regalarte algo que no pierdas. Te libero de mi desengaño, de tu karma, de mis novedades, de la contradicción que represento. Te libero de mis llamadas que te saben a autocompasión, de mis enredos, de mi cabello suelto, largo, sin peinar. Te libero de mi consciencia, del desconcierto a fin de mes, de la caída, de la llegada, de mi huida inevitable. Te dejo libre para que me dejes, para que me veas de lejos y me quieras, menos…

La amé tanto como para olvidarme de mí mismo, de mis autocompasivas desesperaciones, y contentarme pensando que iba a ocurrir una cosa que a ella la hacía feliz.

Siempre he sido el chico invisible, el que nadie voltea a ver y a veces ni siquiera es notado, el chico que sueña con tener amigos y ser como todos, pero su vida es diferente, pasa noches enteras hablando con la luna mientras fuma un cigarrillo. Soy ese don nadie queriendo ser alguien.

Te borraría, pero a mitad del proceso, vería uno a uno los recuerdos que tuvimos, que harán que mientras más te quiera olvidar, más querré que te quedes en mi mente, porque ahí es donde perteneces.

Quizás en alguna parte, algún día en momentos menos tristes, volvamos a vernos

No importa si el otoño se lleva mis pétalos. Son mis raíces las que me sostienen en invierno

Le gustaba estar sola, le gustaba ser ella, no estaba hecha para otros

Aprendió a masticar sus penas sola y con dignidad, convencida de que a nadie le importaban los problemas ajenos y que los dolores callados acaban por diluirse

Me arrebataste de ti, cortaste aquel lazo que juraste inquebrantable, y no creí que fuera a perdonarte.
Pero no duró de pie mi enfado ante el peso del dolor.
Y aunque sepa que ya no podrás leerme, te pido perdón.
Perdóname por no despedirme, perdóname por creer que no te despediste... ¡Perdóname por maldecirte!

Nunca quise escribir de ti entre lágrimas. Nunca quise escribir de ti sintiendo que se me desgarraba el pecho, que se me iba el alma. Nunca quise escribir de ti. Quise vivirte.

A veces escribía como poeta, vivía como desquiciado, divagaba como mendigo. Siempre escribió como desquiciado, vivió como mendigo, divagó como poeta.

Algunas veces no es grato ser bueno, pequeño 6655321.
Ser bueno puede llegar a ser algo horrible. Y te lo
digo sabiendo que quizá te parezca una afirmación muy contradictoria. Sé que esto me costará muchas noches de insomnio. ¿Qué quiere Dios? ¿El bien o que uno elija el
camino del bien? Quizás el hombre que elige el mal es en
cierto modo mejor que aquel a quien se le impone el bien.
Son problemas profundos y difíciles, pequeño 6655321.

Hoy quemé tu carta. La única carta que me escribiste.
Y yo te eh estado escribiendo, sin que tú lo sepas, día
a día. A veces con amor, a veces con rencor.
Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas,
ochenta y ocho palabras, diecinueve
comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos
ortográficos y ni una sola verdad.

Mientras encendía un cigarro, llegó esa mujer, tan perfecta, de esas lindas y sensuales que con sólo existir ponen tu mundo al revés. Nunca entendí por qué me eligió.
Yo, un simple y básico muchacho de Bello, nunca he sido la gran cosa, pero tenerla a mi lado, interesada en mi, me hizo sentir importante, que valía la pena, por fin.
Sólo bastó una mirada, la química se encargó de lo demás, fueron los 4 años más eléctricos de mi vida, pero terminó.
Somos de dos mundos diferentes, le expliqué, era lo que la razón me decía.
Lástima que de razones no entienda el corazón, respondió ella.
No supe que responder, hice lo que mejor sé hacer, huir al amor.
Aunque en el fondo sabía la verdadera razón, huía por temor a no ser amado cuando la química se disipara y viera en realidad lo que soy.

Y si supieras que guardo cada segundo tuyo,
si te contara las veces que un desencuentro hizo que te encuentre en mis sueños.
Y si supieras que por un ínfimo segundo de tu tiempo habría dado días, incluso semanas del mío.
Y si supieras tantas cosas que nunca sabrás,
Y si supieras que soy un soñador empedernido
Que desde el primer contacto con tus ojos taciturnos me envolvió un velo de sueños e ilusiones que yo denomino patéticos, pues el miedo al fracaso siempre está presente.
Si supieras de aquella mancha derramada de vino en mí campera, que guardo con afecto para no olvidarte…

Tuve la sensación de que podía caer dentro de aquellos ojos

La noche es severa. Implacable, cada recuerdo punzante desgarra la piel de un cuerpo sin alma, de un muerto cuyo corazón latente sólo es otro cronómetro de dolor. Cada tictac clavado cual daga.